viernes, 14 de marzo de 2008

¿Opotunidades? No; oportunistas.

Es curioso que a pesar de la enorme cantidad de material sobre el que escribir o criticar o malversar o malinterpretar, simplemente sea tan díficil (a veces), ponerlo por escrito.

Por ejemplo; anoche me enteré cuando regresaba de visitar a unas amigas que una interna de medicina que realiza actualmente su servicio en un pueblo en Querétaro, fue golpeada cuando llebaba medicinas de la clínica en la que vive a una casa particular: se había ido la luz y esta interna trataba de preservar delicadas vacunas que el gobierno reparte mediante programas de ayuda social - en este caso se trata del programa OPORTUNIDADES que retomara Calderón de su baboso antecesor-... obteniendo a cambio de diligencia y mucho esfuerzo únicamente una golpiza porque no dejó que la violaran mientras realizaba un trabajo del que muchos se benefician, hartos se paran el culo y que arroja pobres resultados.

Fue muy indiganante escuchar lo que le pasó a un chavita que está realizando un trámite para que se le permita ejercer con todas las de la ley su profesión. Se que lo que sucedió es real porque quién me lo contó tiene una hermana que estuvo en esa misma clínica antes que esta chica que fuera agredida el miércoles; esta hermana tuvo un percance en la misma comunidad que si bien no fue tan violento como el de la interna actual, si la asustó: acudió al ministerio público y levantó una denuncia; habló con sus jefes inmediatos y lo que éstos le dijeron fue que ella no podía hacer nada, que ella se lo había buscado y que le convenía no quejarse en niveles superiores de la Secretaría de Salud, so pena de que no fuera liberada del servicio o anulándole las horas que ya llevaba acumuladas.

Sí, a pesar de que existía un precedente de agresión y violencia, a pesar de existir una denuncia, estos mandos medios hicieron caso omiso de lo sucedido. Resultado: una mujer joven que ha quedado marcada de por vida por la ineptitud y comodidad de dos hombres que prefiririeron seguir ocultando el sol con un dedo mezquino en lugar de asegurar la integridad de los médicos internos.

¿Qué me queda más que la indiganción?

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