viernes, 1 de febrero de 2008

El rey ha muerto

Ayer recibí en mi mail un mensaje que tuvo el impacto de la trilllada y ya algo en desuso frase de "¡El rey ha muerto!".... Se murió Marcial Maciel, y a partir del medio día del jueves tuve que refinarme todas las notas, menciones y pedradas que siguieron a la publicación de la noticia en el página de la UA (misma que aparecería en mi mail y en todas las páginas pertenecientes al apostalado del Regnum Christi).

El hecho de que un hombre tan importante para la Iglesia Católica haya muerto me tiene sin cuidado... de hecho, lo que atiné a sentir cuando leí que Maciel había iniciado un viaje a la eternidad, fue sólo emoción, enojo y algo cercano a la repugnancia... Me imaginé al hombre postrado en una cama con sábanas de lino en alguna de las villas que el Reino posee en Estados Unidos. En la cabecera una imagen de la Virgen María o una Crucifixión, en las otras paredes fotografías de Juan Pablo II o Benedicto XVI, sobre la mesilla de noche una bendición papal (de Karol Wojtyla, claro) expedida a Maciel, un libro de oraciones, un relicario y una libreta de piel italiana con una lista de las personas en las que el nuevo jefe de los legionarios podrá apoyarse para poder continuar, así como los poderes de la fortuna amasada en cuatro décadas de servicio a Dios... Seguramente había flores... y varios condolientes detrás de las mismas.
Muchos de ellos seguramente contentos de la muerte próxima del anciano que había destruido sus vidas duarante el seminario.

Es curioso que hayan sido pocos los medios de comunicación que hayan comentado los hechos que se le imputaran a Maciel hace unos años, después de todo la pederastia es un crimen aborrecible, más pocas veces consigando y condenado por las leyes de un país. Después de todo ¿Quién quiere ver a su padre tras las rejas cómo un criminal? No por acusaciones que miembros del movimiento realizaran en contra de un hombra tan virtuoso y con tal apego al Señor desde luego.

Javier a la Torre presentó una cápsula pauperrima mencionando su vida y obra, no así sus crímenes y debilidades, sus violaciones y abusos, sus muy humanas y bajas pasiones que lo llevaron a acosar adolescentes seminaristas. Se dijo que se les pedía a los entonces muchachos que ayudaran a su Padre porque padecía un terrible solor en los testículos que sólo podía aliviar con la ayaculación. ¿Quién se quiere tragar eso estos días? ¿De verdad los integrantes del Reino creen que las personas son tan estúpidas para creer y aceptar eso como motivo válido para acosar y ultrajar sexualmente a niños y adolescentes devotos? ¿Acaso no es mucha mamada?
Seguramente Maciel sabía que lo que hacía no tendría perdón para los justos que habitan el reino de los cielos y decidió redimirse en vida llevando la palabra de Jesucristo a cientos de países en cinco contienentes, fundando misiones e instituciones que propagaran un mensaje de justicia social y fe entre los hijos de Dios en el mundo... claro, con altas (ALTAS) cuotas de recuperación para proveer al señor de más... amor.

La verdad es que más que coraje, más que asco y emoción, la muerte de Maciel, es en cierta forma, un alivio para un mundo que muy dentro de sí, sabe que otro déspota ha abandonado este plano sin un castigo apropiado por sus crímenes.















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